No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor,…sino participa de las aflicciones por el evangelio. (2 Timoteo 1:8)
En unos tiempos en los que las prácticas carentes de ética de granujas religiosos provocan a menudo titulares de primera página, no deberíamos olvidar a los muchos líderes auténticamente cristianos cuyas vidas piadosas han marcado la historia para mejor.
Pensemos en el Apóstol Pablo. ¡Cuán infatigable en sus labores! ¡Cuán paciente en sus sufrimientos! Cuando en una mazmorra, esperando la ejecución, escribió su segunda carta a Timoteo. Resplandece con su amor por este joven pastor, y con su interés por las iglesias. ¡Pablo era un cristiano auténtico!
Pensemos en Charles Wesley. En una ocasión pasó bien dispuesto una noche encerrado en una celda con un grupo de presos que debían ser ejecutados a la mañana siguiente. Su testimonio fue tan eficaz que aquellos hombres fueron a su ejecución, tal como lo expresaba un escritor, “totalmente persuadidos de que Cristo había muerto por ellos, y que esperaba recibirlos en el paraíso”. Wesley los influenció porque era un cristiano auténtico.
El timbre de genuinidad suena también en los muchos himnos que Wesley escribió. Sin duda, es por eso que seguimos cantándolos más de 200 años después de su muerte.
Nos encontramos con cristianos auténticos cada día. Ellos no exponen su piedad. Pocos son famosos, pero son genuinos.
Señor, ayúdanos a ser cristianos auténticos.
Pensamiento: Los que predican el evangelio deben practicar el evangelio.